Situada en el extremo nororiental de Aragón, la comarca de La Ribagorza, está integrada por 34 municipios, siendo su capital Graus. Limita al norte con Francia, al este con las comarcas de leridanas de Alta Ribagorza y Pallars Jussa, al sur con La Litera y al oeste con el Sobrarbe. Recorren su territorio tres ríos: Ésera, Isábena y Noguera-Ribagorzana, que conforman amplios valles e impresionantes congostos. De norte a sur el paisaje se precipita desde de las altas cumbres del Pirineo, contando con el Aneto y el Posets, los picos más altos de toda la cordillera, entre sus joyas alpinas, a medida que descendemos al sur, el relieve se vuelve menos abrupto, anunciado la cercanía del valle del Ebro, el gran colector de las aguas que generosamente el Pirineo aporta.
Hoy nos vamos a detener en Graus y sus fiestas patronales, la espléndida capital comarcal con su bellísima plaza Mayor, exponente del Renacimiento aragonés.
Las fiestas patronales de Graus fueron declaradas de Interés Turístico Nacional en 1973, solo las del Pilar de Zaragoza gozaban de esta distinción en Aragón. Sus actos centrales, entre los días 12 al 15 de septiembre, hunden sus raíces en una tradición de siglos. Gaitas, albadas, danzas o una particularísima y transgresora mojiganga convierten estas fiestas en una celebración singular de destacado interés antropológico. Tanto, que ya ha sido propuesta para su declaración como Patrimonio Intangible de la Humanidad por la Unesco.
Si tienes la suerte de acudir a Graus entre el 12 y 15 de septiembre, podrás disfrutar en directo de la magia de sus fiestas, pero sino, con “Deductio en Graus”, podrás revivirlas durante todo el año y conocer en profundidad este bellísimo pueblo aragonés.
Los actos son en honor del Santo Cristo y San Vicente Ferrer que visitó la localidad en 1415. Durante su estancia regaló al pueblo el crucifijo del Santo Cristo que todavía se venera hoy. Los grausinos han dado sobrado cumplimiento a una frase enunciada por el Santo “Que conserven y practiquen las enseñanzas que les di, que guarden siempre incólume la fe que les prediqué, y que no desmientan nunca la religiosidad de la que siempre han dado pruebas”.
A raíz de la estancia de San Vicente Ferrer en Graus, se creó una Cofradía de Penitentes que se ocuparía del cuidado y el fomento de la devoción de la talla donada por el dominico. Con el nombre de los devocionados, Cofradía del Santo Cristo y San Vicente Ferrer, su concurso ha sido clave para el mantenimiento de los actos principales que caracterizan estas fiestas patronales. La Cofradía guarda con celo la valiosa imagen que desfila por las calles y en cuyo honor truenan los trabucos, se tocan las gaitas o se baila y se danza. Y a la cofradía pertenecen también los gigantes, los cabezudos o los caballez que acompañan a las procesiones y participan en otros actos fundamentales. Se cuenta que la función original de estos personajes era la de custodiar al santo. Pero curiosamente no lo hacen de forma solemne, sino envueltos en cierta algarabía, molestando a quiénes ven la procesión con todo tipo de travesuras.
Las fiestas arrancan el día 12 de septiembre a las 12 del mediodía, con repique de campanas y desfile de carrozas. Y por la tarde llega el primer acto con historia. Los grausinos esperan a los músicos tal y como lo hacían sus antepasados con los míticos Gaiteros de Caserras. La “espera de la gaita” es un acto multitudinario junto al Puente de Abajo, por el que los gaiteros de la actualidad llegan como hacían los de hace un siglo. Tras la llegada de los músicos, toda una comitiva compuesta por los danzantes, las autoridades y el Prior de la Cofradía del Santo Cristo, se dirigen a la casa en la que habitó San Vicente Ferrer y a la capilla del Santo Cristo. Entonces se cantan las primeras albadas, cantos profundamente arraigados en la localidad.
Por allí anda ya el Furtaperas, máscara que identifica a un personaje al que la tradición popular acusa de haber robado peras y que está condenado a estar colgado todas las fiestas de un madero en la fachada del Ayuntamiento. Todo el que quiera puede hacer girar al muñeco, mediante un mecanismo que le permite dar piruetas.
“Ahora, ya puedes conocer, en cualquier época del año, las andanzas de Furtaperas si juegas a Deductio en Graus”.